martes, 20 de noviembre de 2012

White face


Era un día de verano, tengo 18 años y estoy con mi primo pasando las vacaciones. Era agradable tener a alguien de mi edad por el pueblo donde él vivía, siempre matábamos el rato de maneras entretenidas, aun que nuestros padres o tíos a veces nos encargaban alguna tarea, como recoger a los animales que estaban sueltos o llevar algún objeto a casa de algún vecino.
Un día nos pidieron ayuda para buscar un caballo que se había extraviado. Fuimos monte arriba, para ver si lo encontrábamos, y mientras charlábamos de lo cotidiano: videojuegos, mujeres, familia, preocupaciones en si. Cuando ya revisamos la zona y preguntamos a algún vecino si había visto algún caballo sin propietario, decidimos volver con las manos vacías. Pero de vuelta me fije en una gran casa, destacaba mucho, estaba en un claro en medio de un bosquecillo de eucalipto, y era exageradamente grande en comparación con las casas de las cercanías, le pregunté a mi primo que si sabía algo de esa casa, él contesto que no, nunca andaba por esta zona ya que quedaba bastante lejos de donde vivía. Con un aire de curiosidad, decidí entrar en esa casa para ver que había, tenia pinta de estar abandonada hacia ya bastante tiempo, mi primo decidió quedarse fuera haber si en el bosquecillo estaba el dichoso caballo. Él se lo pierde, si encontraba algo chulo sería para mi solo.
Me adentré en esa vieja mansión, aparentemente no había nada del otro mundo: polvo, escombros, algún mueble que se olvidaron sus dueños... Sin embargo el ambiente era muy gélido a pesar de ser un día muy caluroso a fuera.
Seguí con el paseo sin obtener nada, decidí mirar los cuartos superiores, y abrí una de las habitaciones, tenía una iluminación demasiado escasa, asique decidí usar la linterna del móvil y vi algo blanco relucir bajo unos escombros que debían de ser el techo putrefacto que se había caído. Me acerqué y observe con horror y apunto de vomitar de lo que se trataba, era la cara de un bebé sobresaliendo de los escombros, su cara era extrañamente blanca, pero sin ninguna imperfección aparte del polvo que tenía. Esa imagen era horrible, quería salir de allí ahora mismo, esa casa ya no me gustaba un pelo. Me di la vuelta y cuando iba a salir por la puerta por la que entre a ese cuarto escuche un sonido a mi espalda como de algo moviéndose, reptando, estirándose y moviendo los escombros. Crick, crack, Crick, crack, sonaba en esa habitación, ya no eran los escombros lo que hacía aquel ruido, era el de huesos chasqueando. Con miedo me volví y me quede paralizado y lívido, lo que tenía ahora delante de mí era horrible y grotesco. La cara del bebe era lo mas normal de esa cosa, mantenía los ojos cerrados, esa cabeza estaba conectada por un cuello serpentino constituido por vertrebas punzantes acabada en un torso de apariencia esquelética, con el cuerpo tan lívido como la cara del niño, solo mantenía la carne en la zona del pecho, se lenvantaba hasta ponerse a mi altura usando 2 enormes brazos, acabados en filosas garras, y en vez de piernas, acababa en una especíe de larga cola semejante a la medula espinal de un hombre, sin embargo mucho mas larga y robusta. La cara inquietante del bebe apuntaba hacia mí abrió la boca y chillo. Un chillido que hubiera sido capaz de romper cristales, que denotaba dolor y horror. Estaba aterrorizado y asqueado, apenas podía moverme. Esa cosa empezó a reptar a gran velocidad hacía mí, crujiéndose sus huesos y gritando con esa horrible voz, salí de la habitación, pero esa cosa era rápida, mucho mas rápida que yo. Estaba apunto de arrinconarme, no me daba tiempo a llegar a la puerta, ¿ese era mi final? Esa cosa se detuvo delante de mi, moviendo el huesudo y largo cuello provocando que la cabeza hiciese va y venes exagerados y continuos.
Sus brazos se preparaban para dar un salto, algo q probablemente me alcanzaría. Presa del terror solo pude hacer una única cosa. Me lancé por la ventana, rompiendo el cristal.
Caí desde ese 2º piso dándome de bruces contra el suelo, perdí la consciencia.
Me desperté tiempo después estaba apoyado contra un árbol y mi primo me estaba tirando agua a la cara. Me preguntó que que me pasó en aquella casa. Empalidecí al recordar lo que hace unos momentos me había pasado, como ese monstruo gritaba y se e abalanzaba. Mi primo fue al único que le conte esa historia y parecio creerme, nunca me había visto tan afectado. A nuestra familia le contamos que me había caído y me había roto una pierna, la excusa funcionó. Sigo atemorizado por haber tenido cara a cara a ese monstruo y desde ese día no me acercó por esa zona. Sin embargo, cada vez que duermo en mí pueblo, me parece oir a lo lejos los chillidos de aquel engendro...
Miguel Guimarey Lesmes

sábado, 3 de noviembre de 2012

Rozando la misma locura


Esta historia es un pequeño relato que se me ha ocurrido mientras ojeaba creepypastas. Repito no es real, solo una invención de un escritor primerizo.
Hoy estoy rozando la misma locura, ya he perdido el apetito, mis amigos me abandonan poco a poco, mis padres no me creen cuando les digo quien me esta haciendo sufrir tanto, me consideraron loco mucho antes de que el asunto fuese a mas. Todo por culpa de esa cosa….
Varios días antes, era un viernes, no podía salir por hay con mis amigos, tenía que cuidar de mi hermana menor de 5 años, ya que mi madre me lo pidió a cambio de una pequeña paga extra, como esos días andaba escaso de dinero acepté. Llevé a mi hermana al parque mas cercano de nuestra casa y la dejé jugando con los demás niños, yo me coloqué los cascos y me puse a escuchar música desde mi móvil. Todo transcurría como un día cualquiera, pero llegó un momento en que mi hermana tenía la cabeza inclinada hacia arriba, y parecía que hablase con alguien mucho más alto que ella y esta se reía con esa persona, sin embargo, allí no había  nadie. Juego de niños, pensé. Pero me empecé a preocupar cuando mi hermana se alejaba andando fuera del parque, le grité que no se alejase, no quería perderla de vista, ella me ignoraba. Avance a zancada y me puse delante de ella y la cogí en cuello. Mi hermana empezó a refunfuñarme, decía que quería jugar con su nuevo amigo, eso me resultó muy extraño, en ese extremo del parque solo estábamos ella y yo, la obligue a volver donde los demás niños, ya que se podía perder. Me obedeció a regañadientes.
Esa noche nuestro padre nos llamo a cenar a ambos, salí de mi cuarto y me asome a la habitación de mi hermana, ella seguía pintando en su mesa. Le dije que había que ir a cenar, pero me siguió ignorando, me acerque y observé con atención que la mantenía tan ocupada. Era un dibujo infantil, ella misma en un campo con muchas flores, pero lo extraño es a quién dibujaba a su lado, era un hombre muy alto en comparación con ella, delgado, sin rastro de pelo en la cabeza, ambos sonreían y parecían felices. Ella me dijo que era su nuevo amigo, y que iba a venir a jugar hoy. Sin darle importancia a lo que me dijo, lallevé a la cocina, tenia hambre y quería empezar a cenar antes de que mi comida se enfriase….
Como es normal para mí un fin de semana. Me quedé jugando de madrugada con mi play y algunos amigos online, para no despertar a las demás personas en mi casa llevaba puestos los auriculares y procuraba hablar muy bajo para que no se me oyese. Cuando se acabó la partida me coloqué los cascos en el cuello, y aunque pensaba que era la única persona despierta en casa oía risitas y susurros desde fuera de mi cuarto. Caminé fuera y presté atención  a donde venía el sonido. Venían del cuarto de mi hermana. Entré en la habitación y en ella estaba mi hermana, sentada al borde de la cama hablando con alguienmas alto que ella aparentemente, debido a que volvía a tener la cabeza inclinada hacia arriba. Entonces la reprendí, le dije que ella no podía estar despierta a esa hora, algo de golpe me empujó y me estampó contra la pared,  seguidamente sentí como si me levantasen y me estrangulasen, mis pies no tocaban el suelo, empezaba a notar  que mi cara se enrojecía, entré en pánico, ¿Qué me estaba intentando matar? A medida que perdía mi vista, empezaba ver mejor qué me estaba causando eso, era  una figura con los brazos y las piernas de tamaños desproporcionados, su cara sin ninguna arruga y calva, mantenía una sonrisa, muy ancha y como si de un corte se tratase, sus ojos eran cuencas vacías de un color negro intenso. Como último medio lancé el mando de la consola que aun tenía en la mano, y rompí la lámpara del techo, desperté a mis padres en la casa, y a la vez que estos se percataron de que algo estaba pasando, caí al suelo, tosí  y me apoyé contra la pared, empezaban a correr lágrimas por mi cara… mis padres entraron en la habitación y mi hermana, que estaba asustada al otro lado del cuarto quiso dormir con mis padres… me preguntaron que había pasado. Les conté esta misma historia y empezaron a plantearse el mandarme a un psicólogo, esto me ofendió… mis propios padres desconfiaban de mi…
Días después preocupado por mi hermano procuraba quedarme despierto por la noche, para que esa cosa no fuese con ella…
Pasó una semana, ya pensaba que todo había terminado… que equivocado estaba…
Por la noche empecé a oír susurros, esta vez en mi propio cuarto, voces que no me dejaban dormir… Sentía que algo de día me golpeaba y me ponía la zancadilla aun estando completamente sólo.
Empecé a entender lo que esos susurros me decían por las noches… No huyas, quédate despierto, juega con el hombre delgado…  Notaba su mirada, clavada en mí de noche, como se movía a mí alrededor rápidamente mientras reía con esa fina boca parecida a una cicatriz que tenía, como me golpeaba dejándome moratones, y haciendo que quedase como un loco que se dañaba a si mismo delante de mis padres, por mucho que les dijese que era culpa de "el hombre delgado"…
Ya he perdido casi todo lo que tenía en esta vida… familia, amigos, mi cordura… empezaba a ver como algo cada vez mas real a esa cosa, que me seguía y visitaba día y noche, y que hiciese lo que hiciese se seguía riendo y burlando de mi, sin dejarme solo nunca…

Ahora sigo notando sus ojos vacíos clavados en mí, como su sonrisa grotesca se mantenía en esa cara lisa y blanca, todo esto mientras me ato una soga al cuello y me subo a una silla…


Miguel Guimarey Lesmes