sábado, 5 de noviembre de 2022
domingo, 23 de marzo de 2014
Nada
Ves una pequeña luz, una ilusión, ¿quién sabe si
óptica? Pero ¿y qué más da? Se te llena el cuerpo de felicidad. Todo es
perfecto. Te quedas mirándola, observando, pensando. Das un paso hacia ella.
Parece que todo va bien, sin problemas. Das otro paso. Exactamente la misma
sensación. Das otro paso, y otro y otro y otro y otro… casi llegas al final.
Estiras la mano. Intentas coger esa cosa luminosa, la agarras con las dos manos
y, de repente, algo tira de ti hacia abajo. Miras al suelo sin soltar tu bola
brillante y ves como desaparece dejando paso a un vacío abrumador. No te sale
gritar. No te sale hacer nada. Solo quedarte agarrado. Ahora solo te queda esa
luz, esa ilusión. Te aferras a ella, no quieres caer y, en el fondo ¿quién
quiere caerse? Vuelves a mirar hacia abajo. Solo ves como tus piernas patalean
en un intento nulo de salvarse. Después de ellas, solo negro, vacío, oscuridad.
Sigues sintiendo esa fuerza que tira de ti hacia abajo y, ahora, te incita a
soltarte. No quieres, no puedes, no debes, lo sabes. Pero es demasiada fuerza
para ti ¿o no? Solo tú lo sabes, o quizá no. Te desanimas. Pasa el tiempo. En
realidad no. Ahí no hay tiempo… espera un momento ¿dónde estás? No lo sabes
¿verdad? Tú nunca sabes nada. O eso piensas. No sabes hacer nada sin que te
salga mal o acabes colgada de una insignificante luz que no sabes siquiera que
es ¿eh? Nada. No sirves. Eres un deshecho. Suéltate ya, venga. Total, tú crees
que no va a importar, que no le va a importar a nadie… suéltate, venga,
suéltate ya ¡O no! ¡Espera! Todo eso es solo lo que piensas, o lo que crees que
piensas… o lo que te hacen pensar. Pero demasiado tarde… ya te has soltado. Muy
bien. Es tu elección, ahora carga tú solo con las consecuencias… ¿qué
consecuencias? Si te estás cayendo en el vacío no te puede pasar nada. Solo
caer infinitamente.
Te veo. En tu cara no hay expresión, solo unos ojos
que parecen huecos, sin fondo, como la oscuridad en la que caes. Ellos miran
con anhelo la luz. Miran lo que pudo ser suyo. Si solo hubieras luchado un poco
más… pero no. Que tú vas siempre a por lo fácil ¿verdad?
Sigues cayendo ¿vas a parar? Quizá nunca lo hagas,
quizá siempre ¿qué me haces decir? No tiene sentido. Vacío, vacío, vacío,
vacío, vacío, vacío… pero de repente, ¡pum! Un golpe, pero sin sonido. Sin
dolor. Una pompa, una pompa de jabón, de ilusión, vuelvo a decir ¿qué más da de
qué? Ahora no te sientes mal, tampoco bien. Silencio. Sigues mirando hacia la
luz, pero ya no se ve. Negro, negro, negro, y más negro. Esperas y esperas… te
gusta no esforzarte, pero no tanto, lo noto ¡vamos! Date la vuelta.
Ahora sigues gateando, por la confusión, supongo. Hay
ruido ¿verdad? Si, mucho ruido. Cláxones, voces, llantos, gritos, fieros
ladridos, portazos, un tren llegando a la estación. Sigues gateando y vuelve a
desaparecer el suelo, aunque ¿estás seguro de que a lo que estamos llamando
suelo, lo es? Ahora ya da igual. Caes mirando hacía abajo y ves una ciudad. Te
resulta familiar. Muy familiar. Caes. Cada vez todo se va haciendo más y más
grande, claro, porque te estás acercando. Cierras los ojos y aprietas los
dientes intentando no gritar. ¡ja! Otro intento nulo, pero bueno, para ti como
siempre.
Abres los ojos. Ya no hay ruido. Ya no caes. Todo se
ha acabado, o eso crees, pero si, eso parece. ¿Este es tu cuarto? Si, lo es. Te
estás despertando ¿eh? Creo que este sueño te ha dejado con una mala sensación,
o quizá no, pero a mi ¿qué más me da?
Sofía
Sofía
martes, 20 de noviembre de 2012
White face
Era un día de verano, tengo 18 años y
estoy con mi primo pasando las vacaciones. Era agradable tener a alguien de mi
edad por el pueblo donde él vivía, siempre matábamos el rato de maneras
entretenidas, aun que nuestros padres o tíos a veces nos encargaban alguna
tarea, como recoger a los animales que estaban sueltos o llevar algún objeto a
casa de algún vecino.
Un día nos pidieron ayuda para buscar
un caballo que se había extraviado. Fuimos monte arriba, para ver si lo
encontrábamos, y mientras charlábamos de lo cotidiano: videojuegos, mujeres,
familia, preocupaciones en si. Cuando ya revisamos la zona y preguntamos a
algún vecino si había visto algún caballo sin propietario, decidimos volver
con las manos vacías. Pero de vuelta me fije en una gran casa, destacaba
mucho, estaba en un claro en medio de un bosquecillo de eucalipto, y era
exageradamente grande en comparación con las casas de las cercanías, le
pregunté a mi primo que si sabía algo de esa casa, él contesto que no, nunca
andaba por esta zona ya que quedaba bastante lejos de donde vivía. Con un aire
de curiosidad, decidí entrar en esa casa para ver que había, tenia pinta de
estar abandonada hacia ya bastante tiempo, mi primo decidió quedarse fuera
haber si en el bosquecillo estaba el dichoso caballo. Él se lo pierde, si
encontraba algo chulo sería para mi solo.
Me adentré en esa vieja mansión,
aparentemente no había nada del otro mundo: polvo, escombros, algún mueble
que se olvidaron sus dueños... Sin embargo el ambiente era muy gélido a pesar
de ser un día muy caluroso a fuera.
Seguí con el paseo sin obtener nada,
decidí mirar los cuartos superiores, y abrí una de las habitaciones, tenía
una iluminación demasiado escasa, asique decidí usar la linterna del móvil y
vi algo blanco relucir bajo unos escombros que debían de ser el techo
putrefacto que se había caído. Me acerqué y observe con horror y apunto de
vomitar de lo que se trataba, era la cara de un bebé sobresaliendo de los
escombros, su cara era extrañamente blanca, pero sin ninguna imperfección
aparte del polvo que tenía. Esa imagen era horrible, quería salir de allí
ahora mismo, esa casa ya no me gustaba un pelo. Me di la vuelta y cuando iba a
salir por la puerta por la que entre a ese cuarto escuche un sonido a mi
espalda como de algo moviéndose, reptando, estirándose y moviendo los
escombros. Crick, crack, Crick, crack, sonaba en esa habitación, ya no eran los
escombros lo que hacía aquel ruido, era el de huesos chasqueando. Con miedo me
volví y me quede paralizado y lívido, lo que tenía ahora delante de mí era
horrible y grotesco. La cara del bebe era lo mas normal de esa cosa, mantenía
los ojos cerrados, esa cabeza estaba conectada por un cuello serpentino
constituido por vertrebas punzantes acabada en un torso de apariencia
esquelética, con el cuerpo tan lívido como la cara del niño, solo mantenía
la carne en la zona del pecho, se lenvantaba hasta ponerse a mi altura usando 2
enormes brazos, acabados en filosas garras, y en vez de piernas, acababa en una
especíe de larga cola semejante a la medula espinal de un hombre, sin embargo
mucho mas larga y robusta. La cara inquietante del bebe apuntaba hacia mí
abrió la boca y chillo. Un chillido que hubiera sido capaz de romper
cristales, que denotaba dolor y horror. Estaba aterrorizado y asqueado, apenas
podía moverme. Esa cosa empezó a reptar a gran velocidad hacía mí,
crujiéndose sus huesos y gritando con esa horrible voz, salí de la
habitación, pero esa cosa era rápida, mucho mas rápida que yo. Estaba apunto
de arrinconarme, no me daba tiempo a llegar a la puerta, ¿ese era mi final? Esa
cosa se detuvo delante de mi, moviendo el huesudo y largo cuello provocando que
la cabeza hiciese va y venes exagerados y continuos.
Sus brazos se preparaban para dar un
salto, algo q probablemente me alcanzaría. Presa del terror solo pude hacer
una única cosa. Me lancé por la ventana, rompiendo el cristal.
Caí desde ese 2º piso dándome de
bruces contra el suelo, perdí la consciencia.
Me desperté tiempo después estaba
apoyado contra un árbol y mi primo me estaba tirando agua a la cara. Me
preguntó que que me pasó en aquella casa. Empalidecí al recordar lo que hace
unos momentos me había pasado, como ese monstruo gritaba y se e abalanzaba. Mi
primo fue al único que le conte esa historia y parecio creerme, nunca me
había visto tan afectado. A nuestra familia le contamos que me había caído y
me había roto una pierna, la excusa funcionó. Sigo atemorizado por haber
tenido cara a cara a ese monstruo y desde ese día no me acercó por esa zona. Sin
embargo, cada vez que duermo en mí pueblo, me parece oir a lo lejos los
chillidos de aquel engendro...
Miguel Guimarey Lesmes
sábado, 3 de noviembre de 2012
Rozando la misma locura
Esta historia es un pequeño
relato que se me ha ocurrido mientras ojeaba creepypastas. Repito no es real,
solo una invención de un escritor primerizo.
Hoy estoy rozando la misma locura, ya he
perdido el apetito, mis amigos me abandonan poco a poco, mis padres no me creen
cuando les digo quien me esta haciendo sufrir tanto, me consideraron loco mucho
antes de que el asunto fuese a mas. Todo por culpa de esa cosa….
Varios días antes, era un viernes, no podía
salir por hay con mis amigos, tenía que cuidar de mi hermana menor de 5 años,
ya que mi madre me lo pidió a cambio de una pequeña paga extra, como esos días
andaba escaso de dinero acepté. Llevé a mi hermana al parque mas cercano
de nuestra casa y la dejé jugando con los demás niños, yo me coloqué los cascos
y me puse a escuchar música desde mi móvil. Todo transcurría como un día
cualquiera, pero llegó un momento en que mi hermana tenía la cabeza inclinada
hacia arriba, y parecía que hablase con alguien mucho más alto que ella y esta
se reía con esa persona, sin embargo, allí no había nadie. Juego de
niños, pensé. Pero me empecé a preocupar cuando mi hermana se alejaba andando
fuera del parque, le grité que no se alejase, no quería perderla de vista, ella
me ignoraba. Avance a zancada y me puse delante de ella y la cogí en cuello. Mi
hermana empezó a refunfuñarme, decía que quería jugar con su nuevo amigo, eso
me resultó muy extraño, en ese extremo del parque solo estábamos ella y yo, la
obligue a volver donde los demás niños, ya que se podía perder. Me obedeció a
regañadientes.
Esa noche
nuestro padre nos llamo a cenar a ambos, salí de mi cuarto y me asome a la
habitación de mi hermana, ella seguía pintando en su mesa. Le dije que había
que ir a cenar, pero me siguió ignorando, me acerque y observé con atención que
la mantenía tan ocupada. Era un dibujo infantil, ella misma en un campo con
muchas flores, pero lo extraño es a quién dibujaba a su lado, era un hombre
muy alto en comparación con ella, delgado, sin rastro de pelo en la cabeza,
ambos sonreían y parecían felices. Ella me dijo que era su nuevo amigo, y que
iba a venir a jugar hoy. Sin darle importancia a lo que me dijo, lallevé a la
cocina, tenia hambre y quería empezar a cenar antes de que mi comida se
enfriase….
Como es
normal para mí un fin de semana. Me quedé jugando de madrugada con
mi play y algunos amigos online, para no despertar a las demás
personas en mi casa llevaba puestos los auriculares y procuraba hablar muy bajo
para que no se me oyese. Cuando se acabó la partida me coloqué los cascos en el
cuello, y aunque pensaba que era la única persona despierta en casa oía
risitas y susurros desde fuera de mi cuarto. Caminé fuera y presté atención a
donde venía el sonido. Venían del cuarto de mi hermana. Entré en la habitación
y en ella estaba mi hermana, sentada al borde de la cama hablando con
alguienmas alto que ella aparentemente, debido a que volvía a tener la cabeza
inclinada hacia arriba. Entonces la reprendí, le dije que ella no podía estar
despierta a esa hora, algo de golpe me empujó y me estampó contra la
pared, seguidamente sentí como si me levantasen y me estrangulasen, mis
pies no tocaban el suelo, empezaba a notar que mi cara se enrojecía,
entré en pánico, ¿Qué me estaba intentando matar? A medida que perdía mi vista,
empezaba ver mejor qué me estaba causando eso, era una figura con los
brazos y las piernas de tamaños desproporcionados, su cara sin ninguna arruga y
calva, mantenía una sonrisa, muy ancha y como si de un corte se tratase, sus
ojos eran cuencas vacías de un color negro intenso. Como último medio lancé el
mando de la consola que aun tenía en la mano, y rompí la lámpara del techo,
desperté a mis padres en la casa, y a la vez que estos se percataron de que
algo estaba pasando, caí al suelo, tosí y me apoyé contra la pared,
empezaban a correr lágrimas por mi cara… mis padres entraron en la habitación y
mi hermana, que estaba asustada al otro lado del cuarto quiso dormir con
mis padres… me preguntaron que había pasado. Les conté esta misma historia y
empezaron a plantearse el mandarme a un psicólogo, esto me ofendió… mis propios
padres desconfiaban de mi…
Días después
preocupado por mi hermano procuraba quedarme despierto por la noche, para que
esa cosa no fuese con ella…
Pasó una
semana, ya pensaba que todo había terminado… que equivocado estaba…
Por la noche
empecé a oír susurros, esta vez en mi propio cuarto, voces que no me dejaban
dormir… Sentía que algo de día me golpeaba y me ponía la zancadilla aun estando
completamente sólo.
Empecé a
entender lo que esos susurros me decían por las noches… No huyas, quédate
despierto, juega con el hombre delgado… Notaba su mirada, clavada en mí
de noche, como se movía a mí alrededor rápidamente mientras reía con esa fina
boca parecida a una cicatriz que tenía, como me golpeaba dejándome moratones, y
haciendo que quedase como un loco que se dañaba a si mismo delante de mis
padres, por mucho que les dijese que era culpa de "el hombre
delgado"…
Ya he perdido
casi todo lo que tenía en esta vida… familia, amigos, mi cordura… empezaba a
ver como algo cada vez mas real a esa cosa, que me seguía y visitaba día y
noche, y que hiciese lo que hiciese se seguía riendo y burlando de mi, sin
dejarme solo nunca…
Ahora sigo notando
sus ojos vacíos clavados en mí, como su sonrisa grotesca se mantenía
en esa cara lisa y blanca, todo esto mientras me ato una soga al cuello y me
subo a una silla…
domingo, 29 de julio de 2012
¡Grita!
¡GRITA! Expulsa de una maldita vez toda la mierda que llevas dentro. Toda esa basura que te impide respirar con normalidad. ¡GRITA! Deja que salga todo ese odio contenido durante tantísimo tiempo. Permítele al mundo saber que no eres deficiente de sentimientos. ¡GRITA! Suelta toda la carga que tu corazón lleva de más. Esa maldita carga que te está marchitando por dentro bella flor. ¡GRITA! Por cada vez que piensas en ese gilipollas que te destrozó el corazón después de haberte hecho suya una bella noche de primavera. ¡GRITA! Para olvidar esas zorras que andan faltas de sentimientos. Por esos cabrones que juegan.con quien siente de verdad. ¡GRITA! Para compadecerte de la puta de la esquina de debajo de tu casa que necesita dinero para poder dar de comer a ese hijo que llegó por casualidad. ¡GRITA! Porque no puedes aceptar que esta sociedad de mierda esté contaminada de ladrones de todo tipo, donde ni una jodida persona sabe mirar más lejos de su maldito ombligo. ¡GRITA! Porque no es justo que unos niños como tu, como yo, como tus hijos, como tus nietos, o tus sobrinos, o tus hermanos se estén muriendo de hambre mientras otros tiran todos los días comida porque simplemente es de ayer. ¡GRITA! Si crees que toda esta patochada de vida tiene sentido. ¡GRITA! Si al igual que yo, irias al fin del mundo por una amiga que lo es todo joder. Que sin quererlo, se ha convertido en una hermana gemela sin el mismo ADN. Porque... ¿Qué coño importa eso? El ADN, o el color de piel, o la estatura, o el sexo... ¿Qué le importa al resto si a un hombre le gusta otro hombre? Aún así seguro seguiria siendo más hombre que el típico subnormal que va de rey de la jungla. ¡GRITA! Porque estás hasta los huevos de que teigan lo que tienes que hacer. Porque no quieres que te preparen un futuro donde eres una puta marioneta. ¡GRITA! Porque no puede haber tanto desprecio en este planeta. Que estamos solos en un universo donde somos una milésima parte del todo y aún así, seguimos siendo tan gilipollas de andar con tonterias de guerras, violencia, matanza... ¡GRITA! Porque al igual que yo necesitas soltar la ira de quiense preocupa, de quien siente, de quien sufre... Y cuando te quedes sin aire, sin voz, sin ganas... Sigue gritando. Por que cada vez seremos más y nuestro grito acabará por hacerse eco en el mundo.
Y grita, porque estamos locos... Y los locos, amigo... Son los únicos que valen la pena.
Olaya
viernes, 13 de abril de 2012
Una persona con suerte
Personalmente me considero una persona con bastante suerte. Tengo todo lo que podría desear hoy en día, y con eso me basta. No quiero más, pero eso tampoco significa que me conforme. He leído en un libro últimamente que “los humanos no se satisfacen jamás, siempre quieren más, y eso es lo que los diferencia de los animales”. Y esa me parece una frase sencillamente genial. La gente suele decir esto con algo de desprecio, pero yo creo que no es así, no si te refieres a todo lo bueno de la vida. Siempre intenta mejorar, ser mejor persona, pero sobre todo, intenta ser más feliz. Eso es lo que todo el mundo busca y no lo que todo el mundo encuentra. Podemos hablar de nuestros sueños, de lo que queremos ser de mayores, de lo que pensamos que seremos. Pero el mayor sueño de todos es alcanzar la felicidad. ¿Es muy difícil? Por supuesto, eso lo sabe todo el mundo. Pero nadie dice que tengas que hacer el camino tú sólo hasta el final; de hecho, es prácticamente imposible. Necesitas que alguien te lleve de la mano, te haga esquivar los peligros y llegar sano y salvo a tu meta. Unas personas te acompañarán mejor que otras, eso es cierto, pero lo que cuenta no es que tu acompañante sea el mejor en todo. Sólo necesita tener fuerza de voluntad. Porque es de la fuerza de voluntad de lo que sale todo lo bonito del mundo, como la amistad, la felicidad y la alegría, los amigos y la satisfacción personal después de trabajar mucho, hasta incluso el amor. También es cierto que de la fuerza de voluntad salen cosas no tan agradables como las anteriores, pero es en la forma de pensar y de usarla donde se muestra que una persona es de valía.
Hay personas que son simplemente buenas personas, porque son así desde que nacieron. También está el resto de gente de este mundo, a la que nos puede costar un poco intentar mejorar para ser más felices y solidarios. Pero si realmente lo deseamos, todos podemos ayudar y colaborar a que la gente llegue al final de su camino, a que nuestros amigos sean felices, y no sólo nuestros amigos, sino toda la gente a la que podamos ayudar. Debemos pensar que solos no podemos hacer nada, porque los humanos somos unos seres dependientes. No tenemos gran fuerza, velocidad o cualquier otra capacidad características en otros animales. Pero si sobresalimos sobre ellos es por nuestra mente, por nuestros pensamientos, nuestra inteligencia superior. Pero aun así no podemos hacer nada si no hay alguien a nuestro lado, para ayudarnos a levantarnos cuando nos caemos y para apoyarnos en las dificultades. Siempre hay ese “alguien”, generalmente una persona dispuesta a darlo todo por ti, porque es altruista. Dispuesta a defender la verdad delante de ti, porque es honrada.
Dispuesta a ofrecerte todo lo que esté en su mano, porque es generosa y solidaria. Y a esas personas le debemos casi prácticamente lo que somos. Porque somos nuestros sueños, y sin ellas nuestros sueños y deseos ni siquiera existirían.
Hay ciertamente poca gente “ejemplar”, pero las pocas personas que hay destacan mucho, y serán siempre recordadas en nuestra memoria. Aquella gente que dio todo lo que tenía para proteger a la gente de su país, de su ciudad, de su pueblo, o a las personas que estaban a su alrededor. No importa a cuanta gente alcances, sino el mero hecho de que lo hagas. Porque ayudar a tanta gente en tantas cosas no es tan fácil como pudiera parecer. Pero siempre están esas personas, que estarán acompañándote hasta el final, sin soltarte la mano ni un solo momento, y que te apoyarán en todo momento. Yo conozco a este tipo de personas. Son mis amigos. Y por eso he empezado esta redacción diciendo que me considero una persona con bastante buena suerte. De hecho, creo que cualquier persona que tenga unos amigos como los míos puede decir sin ningún miedo que
tiene buena suerte, que estará bien acompañada para toda su vida, y que con la suficiente fuerza de voluntad cumplirá todos los objetivos que se fije.
A veces, la ayuda para salvar los obstáculos viene de la persona de la que menos te lo esperas, de gente con la que no tienes ninguna relación, pero que prefiere ayudarte a quedarse quieta en el sitio. Este mundo realmente necesita más gente de este tipo, porque no todo el mundo tiene a alguien que le apoye en todo momento. Esas personas que sólo quieren mejorar, pero sólo si mejoras tú con ellas, que es capaz a poner a mucha gente de pie y dispuesta a batallar para un fin común.
Necesitamos un proyecto común como humanos, y necesitamos a alguien que lo encarrile y que lo haga realidad. Porque de ese plan depende nuestra vida, nuestra felicidad, y no deberíamos sacrificarlo sólo porque no queremos colaborar. Alguien debe unir a todas las personas para hacer de este un mundo mejor. Alguien solidario, altruista, honrado y generoso, y que sepa cómo y cuándo ayudarnos, y que además nunca nos abandone, porque siempre permanecerá en nuestra memoria.
Miguel González Fernández
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