domingo, 23 de marzo de 2014

Nada

Ves una pequeña luz, una ilusión, ¿quién sabe si óptica? Pero ¿y qué más da? Se te llena el cuerpo de felicidad. Todo es perfecto. Te quedas mirándola, observando, pensando. Das un paso hacia ella. Parece que todo va bien, sin problemas. Das otro paso. Exactamente la misma sensación. Das otro paso, y otro y otro y otro y otro… casi llegas al final. Estiras la mano. Intentas coger esa cosa luminosa, la agarras con las dos manos y, de repente, algo tira de ti hacia abajo. Miras al suelo sin soltar tu bola brillante y ves como desaparece dejando paso a un vacío abrumador. No te sale gritar. No te sale hacer nada. Solo quedarte agarrado. Ahora solo te queda esa luz, esa ilusión. Te aferras a ella, no quieres caer y, en el fondo ¿quién quiere caerse? Vuelves a mirar hacia abajo. Solo ves como tus piernas patalean en un intento nulo de salvarse. Después de ellas, solo negro, vacío, oscuridad. Sigues sintiendo esa fuerza que tira de ti hacia abajo y, ahora, te incita a soltarte. No quieres, no puedes, no debes, lo sabes. Pero es demasiada fuerza para ti ¿o no? Solo tú lo sabes, o quizá no. Te desanimas. Pasa el tiempo. En realidad no. Ahí no hay tiempo… espera un momento ¿dónde estás? No lo sabes ¿verdad? Tú nunca sabes nada. O eso piensas. No sabes hacer nada sin que te salga mal o acabes colgada de una insignificante luz que no sabes siquiera que es ¿eh? Nada. No sirves. Eres un deshecho. Suéltate ya, venga. Total, tú crees que no va a importar, que no le va a importar a nadie… suéltate, venga, suéltate ya ¡O no! ¡Espera! Todo eso es solo lo que piensas, o lo que crees que piensas… o lo que te hacen pensar. Pero demasiado tarde… ya te has soltado. Muy bien. Es tu elección, ahora carga tú solo con las consecuencias… ¿qué consecuencias? Si te estás cayendo en el vacío no te puede pasar nada. Solo caer infinitamente.
Te veo. En tu cara no hay expresión, solo unos ojos que parecen huecos, sin fondo, como la oscuridad en la que caes. Ellos miran con anhelo la luz. Miran lo que pudo ser suyo. Si solo hubieras luchado un poco más… pero no. Que tú vas siempre a por lo fácil ¿verdad?
Sigues cayendo ¿vas a parar? Quizá nunca lo hagas, quizá siempre ¿qué me haces decir? No tiene sentido. Vacío, vacío, vacío, vacío, vacío, vacío… pero de repente, ¡pum! Un golpe, pero sin sonido. Sin dolor. Una pompa, una pompa de jabón, de ilusión, vuelvo a decir ¿qué más da de qué? Ahora no te sientes mal, tampoco bien. Silencio. Sigues mirando hacia la luz, pero ya no se ve. Negro, negro, negro, y más negro. Esperas y esperas… te gusta no esforzarte, pero no tanto, lo noto ¡vamos! Date la vuelta.
Ahora sigues gateando, por la confusión, supongo. Hay ruido ¿verdad? Si, mucho ruido. Cláxones, voces, llantos, gritos, fieros ladridos, portazos, un tren llegando a la estación. Sigues gateando y vuelve a desaparecer el suelo, aunque ¿estás seguro de que a lo que estamos llamando suelo, lo es? Ahora ya da igual. Caes mirando hacía abajo y ves una ciudad. Te resulta familiar. Muy familiar. Caes. Cada vez todo se va haciendo más y más grande, claro, porque te estás acercando. Cierras los ojos y aprietas los dientes intentando no gritar. ¡ja! Otro intento nulo, pero bueno, para ti como siempre.

Abres los ojos. Ya no hay ruido. Ya no caes. Todo se ha acabado, o eso crees, pero si, eso parece. ¿Este es tu cuarto? Si, lo es. Te estás despertando ¿eh? Creo que este sueño te ha dejado con una mala sensación, o quizá no, pero a mi ¿qué más me da?

Sofía

martes, 20 de noviembre de 2012

White face


Era un día de verano, tengo 18 años y estoy con mi primo pasando las vacaciones. Era agradable tener a alguien de mi edad por el pueblo donde él vivía, siempre matábamos el rato de maneras entretenidas, aun que nuestros padres o tíos a veces nos encargaban alguna tarea, como recoger a los animales que estaban sueltos o llevar algún objeto a casa de algún vecino.
Un día nos pidieron ayuda para buscar un caballo que se había extraviado. Fuimos monte arriba, para ver si lo encontrábamos, y mientras charlábamos de lo cotidiano: videojuegos, mujeres, familia, preocupaciones en si. Cuando ya revisamos la zona y preguntamos a algún vecino si había visto algún caballo sin propietario, decidimos volver con las manos vacías. Pero de vuelta me fije en una gran casa, destacaba mucho, estaba en un claro en medio de un bosquecillo de eucalipto, y era exageradamente grande en comparación con las casas de las cercanías, le pregunté a mi primo que si sabía algo de esa casa, él contesto que no, nunca andaba por esta zona ya que quedaba bastante lejos de donde vivía. Con un aire de curiosidad, decidí entrar en esa casa para ver que había, tenia pinta de estar abandonada hacia ya bastante tiempo, mi primo decidió quedarse fuera haber si en el bosquecillo estaba el dichoso caballo. Él se lo pierde, si encontraba algo chulo sería para mi solo.
Me adentré en esa vieja mansión, aparentemente no había nada del otro mundo: polvo, escombros, algún mueble que se olvidaron sus dueños... Sin embargo el ambiente era muy gélido a pesar de ser un día muy caluroso a fuera.
Seguí con el paseo sin obtener nada, decidí mirar los cuartos superiores, y abrí una de las habitaciones, tenía una iluminación demasiado escasa, asique decidí usar la linterna del móvil y vi algo blanco relucir bajo unos escombros que debían de ser el techo putrefacto que se había caído. Me acerqué y observe con horror y apunto de vomitar de lo que se trataba, era la cara de un bebé sobresaliendo de los escombros, su cara era extrañamente blanca, pero sin ninguna imperfección aparte del polvo que tenía. Esa imagen era horrible, quería salir de allí ahora mismo, esa casa ya no me gustaba un pelo. Me di la vuelta y cuando iba a salir por la puerta por la que entre a ese cuarto escuche un sonido a mi espalda como de algo moviéndose, reptando, estirándose y moviendo los escombros. Crick, crack, Crick, crack, sonaba en esa habitación, ya no eran los escombros lo que hacía aquel ruido, era el de huesos chasqueando. Con miedo me volví y me quede paralizado y lívido, lo que tenía ahora delante de mí era horrible y grotesco. La cara del bebe era lo mas normal de esa cosa, mantenía los ojos cerrados, esa cabeza estaba conectada por un cuello serpentino constituido por vertrebas punzantes acabada en un torso de apariencia esquelética, con el cuerpo tan lívido como la cara del niño, solo mantenía la carne en la zona del pecho, se lenvantaba hasta ponerse a mi altura usando 2 enormes brazos, acabados en filosas garras, y en vez de piernas, acababa en una especíe de larga cola semejante a la medula espinal de un hombre, sin embargo mucho mas larga y robusta. La cara inquietante del bebe apuntaba hacia mí abrió la boca y chillo. Un chillido que hubiera sido capaz de romper cristales, que denotaba dolor y horror. Estaba aterrorizado y asqueado, apenas podía moverme. Esa cosa empezó a reptar a gran velocidad hacía mí, crujiéndose sus huesos y gritando con esa horrible voz, salí de la habitación, pero esa cosa era rápida, mucho mas rápida que yo. Estaba apunto de arrinconarme, no me daba tiempo a llegar a la puerta, ¿ese era mi final? Esa cosa se detuvo delante de mi, moviendo el huesudo y largo cuello provocando que la cabeza hiciese va y venes exagerados y continuos.
Sus brazos se preparaban para dar un salto, algo q probablemente me alcanzaría. Presa del terror solo pude hacer una única cosa. Me lancé por la ventana, rompiendo el cristal.
Caí desde ese 2º piso dándome de bruces contra el suelo, perdí la consciencia.
Me desperté tiempo después estaba apoyado contra un árbol y mi primo me estaba tirando agua a la cara. Me preguntó que que me pasó en aquella casa. Empalidecí al recordar lo que hace unos momentos me había pasado, como ese monstruo gritaba y se e abalanzaba. Mi primo fue al único que le conte esa historia y parecio creerme, nunca me había visto tan afectado. A nuestra familia le contamos que me había caído y me había roto una pierna, la excusa funcionó. Sigo atemorizado por haber tenido cara a cara a ese monstruo y desde ese día no me acercó por esa zona. Sin embargo, cada vez que duermo en mí pueblo, me parece oir a lo lejos los chillidos de aquel engendro...
Miguel Guimarey Lesmes

sábado, 3 de noviembre de 2012

Rozando la misma locura


Esta historia es un pequeño relato que se me ha ocurrido mientras ojeaba creepypastas. Repito no es real, solo una invención de un escritor primerizo.
Hoy estoy rozando la misma locura, ya he perdido el apetito, mis amigos me abandonan poco a poco, mis padres no me creen cuando les digo quien me esta haciendo sufrir tanto, me consideraron loco mucho antes de que el asunto fuese a mas. Todo por culpa de esa cosa….
Varios días antes, era un viernes, no podía salir por hay con mis amigos, tenía que cuidar de mi hermana menor de 5 años, ya que mi madre me lo pidió a cambio de una pequeña paga extra, como esos días andaba escaso de dinero acepté. Llevé a mi hermana al parque mas cercano de nuestra casa y la dejé jugando con los demás niños, yo me coloqué los cascos y me puse a escuchar música desde mi móvil. Todo transcurría como un día cualquiera, pero llegó un momento en que mi hermana tenía la cabeza inclinada hacia arriba, y parecía que hablase con alguien mucho más alto que ella y esta se reía con esa persona, sin embargo, allí no había  nadie. Juego de niños, pensé. Pero me empecé a preocupar cuando mi hermana se alejaba andando fuera del parque, le grité que no se alejase, no quería perderla de vista, ella me ignoraba. Avance a zancada y me puse delante de ella y la cogí en cuello. Mi hermana empezó a refunfuñarme, decía que quería jugar con su nuevo amigo, eso me resultó muy extraño, en ese extremo del parque solo estábamos ella y yo, la obligue a volver donde los demás niños, ya que se podía perder. Me obedeció a regañadientes.
Esa noche nuestro padre nos llamo a cenar a ambos, salí de mi cuarto y me asome a la habitación de mi hermana, ella seguía pintando en su mesa. Le dije que había que ir a cenar, pero me siguió ignorando, me acerque y observé con atención que la mantenía tan ocupada. Era un dibujo infantil, ella misma en un campo con muchas flores, pero lo extraño es a quién dibujaba a su lado, era un hombre muy alto en comparación con ella, delgado, sin rastro de pelo en la cabeza, ambos sonreían y parecían felices. Ella me dijo que era su nuevo amigo, y que iba a venir a jugar hoy. Sin darle importancia a lo que me dijo, lallevé a la cocina, tenia hambre y quería empezar a cenar antes de que mi comida se enfriase….
Como es normal para mí un fin de semana. Me quedé jugando de madrugada con mi play y algunos amigos online, para no despertar a las demás personas en mi casa llevaba puestos los auriculares y procuraba hablar muy bajo para que no se me oyese. Cuando se acabó la partida me coloqué los cascos en el cuello, y aunque pensaba que era la única persona despierta en casa oía risitas y susurros desde fuera de mi cuarto. Caminé fuera y presté atención  a donde venía el sonido. Venían del cuarto de mi hermana. Entré en la habitación y en ella estaba mi hermana, sentada al borde de la cama hablando con alguienmas alto que ella aparentemente, debido a que volvía a tener la cabeza inclinada hacia arriba. Entonces la reprendí, le dije que ella no podía estar despierta a esa hora, algo de golpe me empujó y me estampó contra la pared,  seguidamente sentí como si me levantasen y me estrangulasen, mis pies no tocaban el suelo, empezaba a notar  que mi cara se enrojecía, entré en pánico, ¿Qué me estaba intentando matar? A medida que perdía mi vista, empezaba ver mejor qué me estaba causando eso, era  una figura con los brazos y las piernas de tamaños desproporcionados, su cara sin ninguna arruga y calva, mantenía una sonrisa, muy ancha y como si de un corte se tratase, sus ojos eran cuencas vacías de un color negro intenso. Como último medio lancé el mando de la consola que aun tenía en la mano, y rompí la lámpara del techo, desperté a mis padres en la casa, y a la vez que estos se percataron de que algo estaba pasando, caí al suelo, tosí  y me apoyé contra la pared, empezaban a correr lágrimas por mi cara… mis padres entraron en la habitación y mi hermana, que estaba asustada al otro lado del cuarto quiso dormir con mis padres… me preguntaron que había pasado. Les conté esta misma historia y empezaron a plantearse el mandarme a un psicólogo, esto me ofendió… mis propios padres desconfiaban de mi…
Días después preocupado por mi hermano procuraba quedarme despierto por la noche, para que esa cosa no fuese con ella…
Pasó una semana, ya pensaba que todo había terminado… que equivocado estaba…
Por la noche empecé a oír susurros, esta vez en mi propio cuarto, voces que no me dejaban dormir… Sentía que algo de día me golpeaba y me ponía la zancadilla aun estando completamente sólo.
Empecé a entender lo que esos susurros me decían por las noches… No huyas, quédate despierto, juega con el hombre delgado…  Notaba su mirada, clavada en mí de noche, como se movía a mí alrededor rápidamente mientras reía con esa fina boca parecida a una cicatriz que tenía, como me golpeaba dejándome moratones, y haciendo que quedase como un loco que se dañaba a si mismo delante de mis padres, por mucho que les dijese que era culpa de "el hombre delgado"…
Ya he perdido casi todo lo que tenía en esta vida… familia, amigos, mi cordura… empezaba a ver como algo cada vez mas real a esa cosa, que me seguía y visitaba día y noche, y que hiciese lo que hiciese se seguía riendo y burlando de mi, sin dejarme solo nunca…

Ahora sigo notando sus ojos vacíos clavados en mí, como su sonrisa grotesca se mantenía en esa cara lisa y blanca, todo esto mientras me ato una soga al cuello y me subo a una silla…


Miguel Guimarey Lesmes

domingo, 29 de julio de 2012

¡Grita!


¡GRITA! Expulsa de una maldita vez toda la mierda que llevas dentro. Toda esa basura que te impide respirar con normalidad. ¡GRITA! Deja que salga todo ese odio contenido durante tantísimo tiempo. Permítele al mundo saber que no eres deficiente de sentimientos. ¡GRITA! Suelta toda la carga que tu corazón lleva de más. Esa maldita carga que te está marchitando por dentro bella flor. ¡GRITA! Por cada vez que piensas en ese gilipollas que te destrozó el corazón después de haberte hecho suya una bella noche de primavera. ¡GRITA! Para olvidar  esas zorras que andan faltas de sentimientos. Por esos cabrones que juegan.con quien siente de verdad. ¡GRITA! Para compadecerte de la puta de la esquina de debajo de tu casa que necesita dinero para poder dar de comer a ese hijo que llegó por casualidad. ¡GRITA! Porque no puedes aceptar que esta sociedad de mierda esté contaminada de ladrones de todo tipo, donde ni una jodida persona sabe mirar más lejos de su maldito ombligo. ¡GRITA! Porque no es justo que unos niños como tu, como yo, como tus hijos, como tus nietos, o tus sobrinos, o tus hermanos se estén muriendo de hambre mientras otros tiran todos los días comida porque simplemente es de ayer. ¡GRITA! Si crees que toda esta patochada de vida tiene sentido. ¡GRITA! Si al igual que yo, irias al fin del mundo por una amiga que lo es todo joder. Que sin quererlo, se ha convertido en una hermana gemela sin el mismo ADN. Porque... ¿Qué coño importa eso? El ADN, o el color de piel, o la estatura, o el sexo... ¿Qué le importa al resto si a un hombre le gusta otro hombre? Aún así seguro seguiria siendo más hombre que el típico subnormal que va de rey de la jungla. ¡GRITA! Porque estás hasta los huevos de que teigan lo que tienes que hacer. Porque no quieres que te preparen un futuro donde eres una puta marioneta. ¡GRITA! Porque no puede haber tanto desprecio en este planeta. Que estamos solos en un universo donde somos una milésima parte del todo y aún así, seguimos siendo tan gilipollas de andar con tonterias de guerras, violencia, matanza... ¡GRITA! Porque al igual que yo necesitas soltar la ira de quiense preocupa, de quien siente, de quien sufre... Y cuando te quedes sin aire, sin voz, sin ganas... Sigue gritando. Por que cada vez seremos más y nuestro grito acabará por hacerse eco en el mundo.
Y grita, porque estamos locos... Y los locos, amigo... Son los únicos que valen la pena.


Olaya

viernes, 13 de abril de 2012

Una persona con suerte


Personalmente me considero una persona con bastante suerte. Tengo todo lo que podría desear hoy en día, y con eso me basta. No quiero más, pero eso tampoco significa que me conforme. He leído en un libro últimamente que “los humanos no se satisfacen jamás, siempre quieren más, y eso es lo que los diferencia de los animales”. Y esa me parece una frase sencillamente genial. La gente suele decir esto con algo de desprecio, pero yo creo que no es así, no si te refieres a todo lo bueno de la vida. Siempre intenta mejorar, ser mejor persona, pero sobre todo, intenta ser más feliz. Eso es lo que todo el mundo busca y no lo que todo el mundo encuentra. Podemos hablar de nuestros sueños, de lo que queremos ser de mayores, de lo que pensamos que seremos. Pero el mayor sueño de todos es alcanzar la felicidad. ¿Es muy difícil? Por supuesto, eso lo sabe todo el mundo. Pero nadie dice que tengas que hacer el camino tú sólo hasta el final; de hecho, es prácticamente imposible. Necesitas que alguien te lleve de la mano, te haga esquivar los peligros y llegar sano y salvo a tu meta. Unas personas te acompañarán mejor que otras, eso es cierto, pero lo que cuenta no es que tu acompañante sea el mejor en todo. Sólo necesita tener fuerza de voluntad. Porque es de la fuerza de voluntad de lo que sale todo lo bonito del mundo, como la amistad, la felicidad y la alegría, los amigos y la satisfacción personal después de trabajar mucho, hasta incluso el amor. También es cierto que de la fuerza de voluntad salen cosas no tan agradables como las anteriores, pero es en la forma de pensar y de usarla donde se muestra que una persona es de valía. 
Hay personas que son simplemente buenas personas, porque son así desde que nacieron. También está el resto de gente de este mundo, a la que nos puede costar un poco intentar mejorar para ser más felices y solidarios. Pero si realmente lo deseamos, todos podemos ayudar y colaborar a que la gente llegue al final de su camino, a que nuestros amigos sean felices, y no sólo nuestros amigos, sino toda la gente a la que podamos ayudar. Debemos pensar que solos no podemos hacer nada, porque los humanos somos unos seres dependientes. No tenemos gran fuerza, velocidad o cualquier otra capacidad características en otros animales. Pero si sobresalimos sobre ellos es por nuestra mente, por nuestros pensamientos, nuestra inteligencia superior. Pero aun así no podemos hacer nada si no hay alguien a nuestro lado, para ayudarnos a levantarnos cuando nos caemos y para apoyarnos en las dificultades. Siempre hay ese “alguien”, generalmente una persona dispuesta a darlo todo por ti, porque es altruista. Dispuesta a defender la verdad delante de ti, porque es honrada. 
Dispuesta a ofrecerte todo lo que esté en su mano, porque es generosa y solidaria. Y a esas personas le debemos casi prácticamente lo que somos. Porque somos nuestros sueños, y sin ellas nuestros sueños y deseos ni siquiera existirían.
Hay ciertamente poca gente “ejemplar”, pero las pocas personas que hay destacan mucho, y serán siempre recordadas en nuestra memoria. Aquella gente que dio todo lo que tenía para proteger a la gente de su país, de su ciudad, de su pueblo, o a las personas que estaban a su alrededor. No importa a cuanta gente alcances, sino el mero hecho de que lo hagas. Porque ayudar a tanta gente en tantas cosas no es tan fácil como pudiera parecer. Pero siempre están esas personas, que estarán acompañándote hasta el final, sin soltarte la mano ni un solo momento, y que te apoyarán en todo momento. Yo conozco a este tipo de personas. Son mis amigos. Y por eso he empezado esta redacción diciendo que me considero una persona con bastante buena suerte. De hecho, creo que cualquier persona que tenga unos amigos como los míos puede decir sin ningún miedo que 
tiene buena suerte, que estará bien acompañada para toda su vida, y que con la suficiente fuerza de voluntad cumplirá todos los objetivos que se fije.
A veces, la ayuda para salvar los obstáculos viene de la persona de la que menos te lo esperas, de gente con la que no tienes ninguna relación, pero que prefiere ayudarte a quedarse quieta en el sitio. Este mundo realmente necesita más gente de este tipo, porque no todo el mundo tiene a alguien que le apoye en todo momento. Esas personas que sólo quieren mejorar, pero sólo si mejoras tú con ellas, que es capaz a poner a mucha gente de pie y dispuesta a batallar para un fin común. 
Necesitamos un proyecto común como humanos, y necesitamos a alguien que lo encarrile y que lo haga realidad. Porque de ese plan depende nuestra vida, nuestra felicidad, y no deberíamos sacrificarlo sólo porque no queremos colaborar. Alguien debe unir a todas las personas para hacer de este un mundo mejor. Alguien solidario, altruista, honrado y generoso, y que sepa cómo y cuándo ayudarnos, y que además nunca nos abandone,  porque siempre permanecerá en nuestra memoria.

Miguel González Fernández